lunes, 11 de agosto de 2008

El niño piedra

Ni una nube en el cielo. Totalmente despejado. Limpio. Cegador. El Sol caía a plomo, pesado, ardiente, abrsante, asfixiante, secante. Nil, el niño piedra, dormitaba en medio del camino; desértico, destartalado, polvoriento y resqubrajado camino. A Nil le hubiera gustado poder sudar y así refrigerarse un poco; pero las piedras no sudan. Este calor lo iba a acabar matando fundiendo.



Nil no podía evitar pensar en los "còdols", esas piedras planas y de cantos redondeados que habitan en los ríos y riachuelos. "¡Qué fresquitos esos malditos cabrones, se lo estarán pasando teta!!", pensaba con rabiosa envidia Nil, que intentaba borrar de su mente la imagen del torrente de agua, nieve recién fundia, corriendo por su esplada, redondéndole los cantos con furiosas caricias, refrescándole las ideas. Los conceptos de teta y agua fresquita de río en un mismo pensamiento hacían que Nil, el niño piedra ya no tan niño, se pusiera más duro que una roca. Empezaba a conocer la lascivia a pesar de su edad. Y se le hacía la boca agua guijarros cada vez que se descubría a si mismo pronunciando esas cuatro letras: T, E, T, A. TETA.

Intentaba, también, no pensar en esas piedras de la orilla de la playa. "¡¡Malditas bastardas!!", rugía. "¡¡¡Ni siquiera son piedras!!! La mayoría no son más que trozos de ladrillo, de loza, de baldosa o de cristal pulidos por las embestidas del mar!!" Y volvía a ponerse duro con sólo pensar en la furia de las olas y su espumoso vaivén.

La tarde fue cayendo y la fuerza y dureza del maldito Sol fue menguando. Nil deseaba tener dedos para poderlos cruzar y, así, desear con más fuerza aún -si es que era posible- que pasara algún tarugo por ese olvidado y des-transitado camino de cabras y baches en el que estaba anclado. "Un tarugo de esos que cogen piedras, se las meten en el bolsillo y se las llevan a otro lugar", soñaba Nil, que desconocía los peligros de desear. Porque Nil pensaba que fuera donde fuese que su Tarugo le llevara iba a ser mejor que el recodo olvidado en el que, asqueado, esperaba un día de suerte.

"Las chinas lo tienen más fácil -rechinaba Nil- sólo tienen que meterse en un zapato..."

Nil no deseaba tener piernas, sólo dedos para cruzarlos. A Nil le gustaba ser una rolling stone, no quería piernas para nada. Sólo necesitaba un Tarugo. Ni siquiera necesitaba suerte, ya la tenía toda: "Cuando eres una jodida piedra -pensaba- la suerte tiene que estar contigo por cojones".

"Para tener que ser una jodida piedra, en una vida anterior -se entretenía Nil ahora aficionado al karma y a las creencias reencarnacionistas- debí ser un maldito hijo de puta, me lo debía pasar T-E-T-A". Nil degustó con deleite la palabra entre sus dientes, deletreandóla lentamente, dejando espetar cada T, dejando sonar en el aire cada vocal. Salibando Con la boca llena de guijarros. Le gustaba. "T-E-T-A, T-E-T-A, T-E-T-A", una y otra vez. Y Nil, el niño-ya-no-tan-niño piedra, se volvió a poner duro, más duro que una roca.

¿continuará?
CITA: I believe in karma, what comes around goes around.
BSO: Like a rolling stone, de Bob Dylan.

Sigue leyendo ... El niño piedra
II , III , IV y V


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