Hacía tiempo el cassette se había quedado enganchado en el reproductor del coche. Una y otra vez se repetía la misma maldita canción. Como un salmo, como un mantra.
“If you want my body and you think Im sexy
Come on sugar let me know
If you really need me just reach out and touch me
Come on honey tell me so…”.
No se podía sacar la cinta, no se podía pulsar el stop o apagar el aparato, no se podía bajar ni subir el volumen, no se podía poner la radio, tampoco se podía avanzar o rebobinar para cambiar, al menos, la maldita canción. Por una extraña razón el “Do You Think I'm Sexy” de Rod Stewart sonaba una y otra vez en un infernal bucle. Parecía la maldición de alguien con un sentido del humor un poco raro. Era encender el coche y la canción sonaba sin alternativa alguna.
A Rodrigo, el dueño y conductor del coche, esta peculiar situación pronto le valió para que en el pueblo todos le acortaran el nombre y se quedara con un Rod. “¡Muy originales, cuanta imaginación!”, pensaba molesto, al principo, y resignado después. También cambió con el tiempo su aceptación del asunto: primero lo detestaba, creía que iba a enloquecer por momentos si volvía a oir esa maldita canción; pero con el tiempo se fue impregnando de la socarronería de la melodía, de la letra y de la pose de Stewart y acabó pensando que no podía haber una mejor banda sonora para alguien tan guay como él.
Se trataba de un coche largo, estilo americano, con muchos años. Todavía no estaba destartalado y podía dar mucha guerra… y vaya si la estaba dando. Aquella tarde, Rod fue al desierto que rodea su pueblo. La tarea que le habían encomendado era sencilla: esperar, entregar el dinero y recoger la mercancía. “Pan chupado, estaba comido”, se dijo entre suspiros de aburrimiento cuando ya llevaba tres horas esperando a los hermanos Do Santos.
Ni una nube en el cielo. Totalmente despejado. Limpio. Cegador. El Sol caía a plomo, pesado, ardiente, abrasante, asfixiante, secante. Rod, el de la radio del coche estropeada, dormitaba estirado en el capó de su coche en medio del camino; desértico, destartalado, polvoriento y resqubrajado camino. Le sudaban hasta las gafas de sol, unas Rayban Way-farer de esas que estaban ahora tan de moda. Este calor lo iba a acabar fundiendo matando.
De un salto, Rod puso los pies en el polvoriento y pedregoso camino y se dirigió al borde del acantilado que había unos metros a lo lejos. Estuvo un buen rato lanzando piedras al vacío y viendo como chocaban contra el suelo, 20 metros más abajo, levantando una leve nube de polvo.
De repente se acordó de Ani. “Menuda taruga”, sonrió entre dientes, “siempre recogiendo piedras para su colección”. “¡Menuda taruga”, repitió, “pero que fácil te lo pone cuando no tienes a nadie mejor…” Rod volvió a sonreir con una mueca de autosuficiencia de esas de alguien que se cree un ganador o muy listo y se guardó la piedra que tenía en la mano en el bolsillo.
Con la mano izquierda todavía en el bolsillo de sus pantalones, Rod vio la polvareda que se levantaba no muy lejos en el camino. Seguramente eran los hermanos Do Santos. “¡Por fín, ya era hora, vaya par de mamonazos ¿a caso piensan que no tengo nada mejor que hacer que estarlos esperando?!".
Nil, ajeno a los hermanos Do Santos, a los negocios de Rod, a las debilidades de Ani y a casi todo se estremeció dentro del bolsillo, todo lo que un niño piedra ya no tan niño se puede llegar a estremecer.
continuará...
CITA: "El bosque es demasiado oscuro y profundo. Tengo promesas que cumplir y mucho que viajar antes de poder dormir, ¿me has oído mariposa? Mucho que viajar antes de poder dormir".
BSO: BABY IT'S YOU, de Smith (pensábais que iba a ser el DO YOU THINK I'M SEXY ¿no? ...)
Ponte al día y sigue leyendo con ... El niño piedra I, II , III , IV y V
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