Una se pasea por los post y por la vida. Y como en la vida de carne y hueso, en esta comunidad de vez en cuando hay algunos temas controvertidos... Es obligado que en todos los temas controvertidos se planteen dos posiciones totalmente antagónicas y opuestas junto al abanico de postura tibias e intermedias. El antagonismo conlleva siempre o casi siempre al pique (que será más o menos picante) y a la confrontación (más o menos seria y más o menos dura). Tener que escuchar opiniones contrarias a la de uno suele provocar calentamiento mental, sobre todo si se es un integrista que se cree poseedor de la verdad absoluta. Este calentamiento mental desemboca en respuestas airadas y una escalada del conflicto que acaba llevando a uno u otro a decir quién puede opinar y quién no, quién está legitimado y quién no... Un gesto que a mi me parece muy gracioso. Básicamente porque faltaría ver qué o quién legitima a esa persona a determinar o restringir quién posee la capacidad de emitir una opinión.
A mi me parece que opinar, lo que se dice opinar, puede opinar culaquiera. Porque la opinión es algo subjetivo para lo que no hace falta (aunque sí suele ser mejor) tener experiencia o poseer datos estadíticos. Otra cosa es explicar, informar, ser docente... para eso si que hace falta una base, un fundamento. Pero para opinar, yo creo -opino- que no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario