Tengo que comprarme un cuaderno Moleskine (sí, a veces me permito ser un poco snob) para recoger las ideas que caen, a ver si así se me pega algo del arte de Hemingway, Matisse o Van Gogh.
Resulta que son carísimos, así que mejor me voy al chino a ver qué encuentro. Eso sí, entonces seguro que se me pega algo de filosofía oriental y se me rasgan las palabras...
En la penunmbra de mi habitación, en ese rato a medio camino entre el sueño y el despertar, mientras calculo si es lo suficientemente tarde como para despertar al Nene sin que se quje (el Nene es el hijo de mis suegros, o sea ...); las ideas y las construcciones de exquisita brllantez y acidez me salpican en la frente. Intento retenerlas para más tarde, para cuando me siente ante el ordenador. Pero no lo consigo. Cuando llega el momento, ya no me queda nada más que un recuerdo desconchado. Intento reproducir lo que hace un rato, unas horas, sonaba genial; pero acabo con mediocres copias, versiones baratas, farsas...
y eso, es lo que os toca leer... a los que leeís esta porquería.
Resulta que son carísimos, así que mejor me voy al chino a ver qué encuentro. Eso sí, entonces seguro que se me pega algo de filosofía oriental y se me rasgan las palabras...
En la penunmbra de mi habitación, en ese rato a medio camino entre el sueño y el despertar, mientras calculo si es lo suficientemente tarde como para despertar al Nene sin que se quje (el Nene es el hijo de mis suegros, o sea ...); las ideas y las construcciones de exquisita brllantez y acidez me salpican en la frente. Intento retenerlas para más tarde, para cuando me siente ante el ordenador. Pero no lo consigo. Cuando llega el momento, ya no me queda nada más que un recuerdo desconchado. Intento reproducir lo que hace un rato, unas horas, sonaba genial; pero acabo con mediocres copias, versiones baratas, farsas...
y eso, es lo que os toca leer... a los que leeís esta porquería.
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