viernes, 23 de mayo de 2008

Indiana Jones, más de lo mismo. Lo que queríamos ¿no?

Indy vuelve y se sale. Tenía algún recelo después de leer en la prensa que el recibimiento de Cannes había sido tíbio, "con aplauso pero sin ovación". Pues no lo entiendo, porque este Indy es el mismo de siempre y si antes encantaba ¿por qué no ahora? Tal vez es que la espera ha sido tan larga que por el camino ha ido creciendo nuestras expectativas. Para mi sigue siendo un revitalizante para el género de aventuras y superhéroes (aunque este lo sea sin el "súper", o sea, sin más poderes que su látigo).

Ayer no me quise perder la llegada a las pantallas de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal. Así que a media tarde ya compré las entradas por internet, para asegurarme un par de butacas, pensando que la sala iba a esta abarrotada. Con otros estrenos ya me había pasado lo mismo, así que quise curarme en salud. Pero cual fué mi sorpresa al ver que no se llenó ni la mitad de la sala. Quiero pensar que esto se debe a que el cine le dedicaba tres salas, a que era la última sesión de una víspera de dia laborable y a que me no era un multisalas de una capital.

Algunos le reprochan a la nueva entrega del arqueólogo un exceso de acción, el guiño a Expediente X o lo poco que respeta a la arqueología real. Aumentar la acción (persecuciones y tortas) es su manera de adaptarse a los nuevos tiempos, su manera de lucir 65 primaveras y no perder la racha. El tema E.T. es tan inverosímil como el Santo Grial, las piedras Sankara o cualquiera de los objetos que Mr Jones haya buscado anteriormente. Respecto a lo de ser poco profesional o ortodoxo arqueológicamente hablando, lo ha sido desde siempre, ya en el Templo Maldito, en la búsqueda del Arca Perdida y en la Última Cruzada ¿por qué iba a cambiar a estas alturas?

Lo mejor, cuando aparece Irina Spalko (Cate Blanchett) con sus gafas de sol y su peinado años 20, porque su parecido con "la Hierbas" es total; el retorno de Marion Ravenwood (Karen Allen), la mejor de todas las compañeras de Jones, y el papelillo de John Hurt. También los guiños autorreferenciales y las parodias de siempre.

Lo peor, que la gente ni se inmutó la primera vez que apareció Indy, su sombrero o sonó la archi-conocida meoldía. Así no se puede a ver un estreno, ni reencontrarse una con su héroe casi 20 años después. Es que les pinchas y sacan orchata en lugar de sangre.

Y digo yo, si hemos tenido que sufrir secuelas, precuelas y resecuelas de los infumables Rambo y Rocky -por poner un ejemplo- ¿por qué nos tenemos que conformar con sólo cuatro de Indiana Jones? Señores Spielberg y Lucas, pónganse las pilas que el Sr Ford ya empieza a canear (hasta en los pelos del pecho esos que se depila para salvar los bosques).

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